Chile definió este domingo a su próximo presidente en una segunda vuelta electoral atravesada por una fuerte polarización política y por la creciente preocupación ciudadana frente a la delincuencia, la inmigración ilegal y el rumbo económico del país. En ese contexto, el candidato conservador José Antonio Kast logró una victoria contundente y se convirtió en el nuevo mandatario electo.
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Con casi el 60% de los votos, Kast se impuso con comodidad sobre la postulante del Partido Comunista, Jeannette Jara, candidata del oficialismo que buscaba prolongar el ciclo iniciado por Gabriel Boric. Desde los primeros cómputos oficiales, la tendencia fue clara y favorable al referente de la derecha.
Según los datos del Servicio Electoral de Chile, con el 4,46% de las mesas escrutadas, Kast alcanzaba el 59,83% de las preferencias, frente al 40,17% de Jara. A medida que avanzó el conteo, la diferencia se mantuvo estable y rondó los 20 puntos porcentuales, lo que llevó rápidamente a que analistas y medios dieran por definido el resultado.
La elección contó con un padrón de 15,7 millones de votantes habilitados y se desarrolló en un clima de alta expectativa. Durante la campaña, Kast centró su discurso en un endurecimiento de la política de seguridad, el combate al crimen organizado y un mayor control fronterizo, ejes que encontraron un fuerte respaldo en amplios sectores de la sociedad.
En el búnker de Kast, los primeros resultados desataron celebraciones inmediatas, con aplausos y cánticos a medida que se consolidaba la ventaja. Dirigentes de su espacio interpretaron el resultado como un mensaje contundente contra el modelo impulsado por el oficialismo y un respaldo a una agenda orientada al orden, la estabilidad y el crecimiento económico.
El contraste fue marcado en el comando de Jeannette Jara, donde el clima fue de silencio y resignación desde el inicio del escrutinio. La candidata oficialista arribó pasadas las 18 horas a su sede en el barrio París-Londres, en la comuna de Santiago, a la espera de un resultado que ya aparecía adverso.
La derrota significó un duro revés para el comunismo chileno, que aspiraba a sostener su proyecto político tras cuatro años de gestión de Boric, caracterizados por conflictividad social, avance del delito y un creciente desgaste del Estado. Con este resultado, José Antonio Kast se encamina a asumir la presidencia en un país atravesado por profundas divisiones, pero con una señal electoral clara de rechazo al rumbo del oficialismo.